viernes, 17 de diciembre de 2010

Algo de su historia


Los norteamericanos nativos forman parte de las poblaciones mas rica en cultura y tradiciones de todo el planeta Tierra, y a la vez mas estereotipadas. En el siglo XVIII se les llamo "nobles salvajes" y en la actualidad se les denomina "los primeros ecologistas".
Cuando los europeos llegaron a América del Norte en el siglo XVI, vieron que allí vivían muchos pueblos nativos americanos diferentes. Cada grupo, tenía su lengua y su forma de vida.
Antes de la llegada de los europeos, los nativos americanos no tenían caballos ni vehículos con ruedas, sólo tenían algunos conocimientos sobre el uso de metal, o herramientas tipo madera o piedra.
Los nativos americanos de la costa oeste construían canoas de madera para pescar. En la costa este cultivaban maíz en pequeñas parcelas alrededor de sus aldeas y tendían trampas en los bosques para cazar animales. En las grandes llanuras cazaban búfalos, y en los desiertos del sudoeste construían pequeños diques para regar las tierras y cultivar cereales, judías o calabazas.
La llegada de los europeos produjo en enseguida un efecto devastador en los nativos americanos, que no estaban inmunizados contra enfermedades como la viruela. Muchos también murieron en peleas por las tierras.
En 1830, el Gobierno aprobó la Indian Removal Act, una ley que obligaba a todos los nativos americanos de los estados del este a vivir en reservas, mientras los colonos europeos ocupaban sus tierras. Uno de los primeros grupos afectados fue la de los Cherokees.
En la década de 1860 creció la presión sobre los nativos americanos con la llegada del ferrocarril a los estados del oeste. Muchos pueblos de las praderas dependían del búfalo, animal que se cazó hasta que se extinguió. En 1876 los Sioux y sus aliados derrotaron a la caballería de Estados Unidos en el río Little Bighorn. Pero en 1890 una masacre final de hombres, mujeres y niños sioux en Wounded Knee Creek puso el punto final a la trágica historia de las guerras indias.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Carta del Jefe Seatlle

El Gran Jefe Blanco de Wáshington nos envia el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras. El Gran Jefe nos envia también palabras de amistad y de buena voluntad. Algo muy amable por su parte, pues sabemos que él no necesita de nuestra amistad. Sin embargo nosotros meditaremos su oferta, pues sabemos que si no vendemos vendrán seguramente hombres blancos armados y nos quitarán nuestras tierras. ¿pero cómo es posible compar o vender el cielo o el calor de la tierra?. No comprendemos estas ideas si no somos dueños de la frescura del aire ni del reflejo del agua. ¿Cómo podríamos comprarlos o venderlos?, pero tomaremos una decisión el gran jefe de Wáshington podrá confiar en lo que diga el jefe Seattle con tanta seguridad como la que pueda tener en el transcurrir de las estaciones del año.... Mis palabras son como las estrellas, nunca tienen ocaso.

Cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante aguja de un pino, cada grano de arena de las playas, cada gota de rocío de los sombríos bosques, cada calvero, el zumbido de cada insecto, todos son sagrados en la memoria y en la experiencia de mi pueblo. La savia que asciende por los árboles lleva consigo el recuerdo de los pieles rojas.

Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra donde nacieron cuando parten para vagar entre las estrellas. En cambio nuestros muertos no olvidan jamás esta tierra maravillosa, pues ella es nuestra madre. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas, el venado, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Las cumbres rocosas, los prados húmedos, el calor del cuerpo de los potros y de los hombres, todos somos de la misma familia

El comienzo

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